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Relato de D. Federico de Santiago
"ANDANDO SOBRE TIERRAS QUE QUIEREN HABLAR"
Comenzamos a caminar, en autocar y velocidad superior a tiempos remotos, sobre la piel de toro que
es España. Pero, andamos y caminamos dentro de la médula de España que es Castilla.
Salimos de una ciudad relativamente moderna, cerca de Toledo capital del imperio, conglomerado de pueblos, creencias,
sentires y padecer es. Toledo bajo sus ladrillos tuvo la vida más vida de muchos siglos, tanta vida vivió que explotó y dejó a la ciudad lo que hoy es memoria de lo que fue. Madrid nació de Toledo, ahora roba lo que Toledo fue, capital sí pero imperio no. Salimos de Castilla, aunque no lo creáis, y durante todo el día atravesaremos de sur a norte toda Castilla.
¿Qué es Casilla? Podéis preguntar y la contestación es hartamente difícil y complicada.
Se podría contestar con una frase que tiene hondo sentido y tiene sentimiento imperecedero: Castilla es la vértebra de España, pero vértebra no porque esté en medio de la península, no porque constituye la línea central, Castilla es vértebra porque sobre ella se articuló toda España.
Es acertada la idea de que Castilla es la vértebra de España, porque desde un principio se advierte que Castilla sabe mandar.
No hay más que ver la energía con que acierta a mandarse a sí misma. Ser emperador de si mismo es la primera condición para imperar en los demás. Castilla se afana por superar en su propio corazón la tendencia al hermetismo aldeano, a la visión angosta de los intereses inmediatos que reina en los demás pueblos ibéricos. Desde luego se orienta su ánimo hacia
las grandes empresas, que requieren amplia colaboración.
La “España Una” nace así en la mente de Castilla, no como una intuición de algo real que España no era en realidad una, sino
como un ideal esquema de algo realizable, un proyecto incitador de voluntades, un mañana imaginario capaz de diciplinar el hoy y de orientarle a la manera que el
blanco atrae a la flecha y tiende el arco.
Los pensamientos de alto vuelo solo podían ser ejecutados por Castilla, porque solo en ella encontraban nativa resonancia.
Castilla se transforma en lo más opuesto a si misma, se vuelve suspicaz, angosta, sórdida, agria, ya no se ocupa de dar senti
do a la vida de otras
regiones celosa de ellas, las abandona a si mismas y empieza a no interesarse y no querer enterarse de nad
a.
Castilla deja de ser Castilla.
Y para volverla a resucitar, para que resucite a España “hemos de recorrer estos viejos pueblos castellanos, tan abiertos, ta
n espaciosos, tan llenos
de un cielo lleno de luz, sobre esta tierra serena y reposada. Junto a
estos pequeños ríos sobrios, es como el espíritu se siente atraído por sus raíces
a lo eterno.”
Vamos a la misma esencia, a la misma raíz, nos introducimos en el fondo de algo. Castilla es todo esto.
Castilla es áspera y dura. Cría hombres y los gasta.
Pero más allá Castilla formó y domó profundizó queriendo o sin querer dio eternidad e infinitud. Una legendaria vida, realida
d y leyenda, se encarna
en las tierras que atravesamos. Rodrigo Díaz de Vivar encarna las virtudes y comportamiento que la tierra
áspera y dura, da. El Cid es Castilla y
Castilla se injerta en su Cid.
En el centro geográfico de la ciudad de Burgos un bronce impresionante e impresionable nos dará el ímpetu, vigor y sobre todo
“el hacer” de Castilla.